Zeroport es una plataforma creada en el año 2019 que agrupa a entidades ecologistas, vecinales y políticas en la lucha por el decrecimiento de las grandes infraestructuras aeroportuarias catalanas y por el fin de los flujos de hipermovilidad global.
En Barcelona, en el verano del año 2019 se realizó un encuentro de Stay Grounded, una red internacional que lucha por el decrecimiento del transporte aéreo y sus impactos. Fruto de aquellas jornadas, sale un grupo de gente de aquí que se empieza a reunir para compartir inquietudes y que acabará decidiendo impulsar la creación de Zeroport a finales de ese mismo año.
De entrada, el foco lo ponemos en el puerto de Barcelona y en el aeropuerto de El Prat, dos infraestructuras que comparten dinámicas expansivas y modelos de gobernanza parecidos. La aviación y el transporte marítimo son grandes consumidores de recursos fósiles y, por lo tanto, son sectores que deben racionalizarse y usarlos lo justo y necesario. Es evidente que hay una crisis energética y la lógica nos dice que estos sectores no pueden crecer infinitamente.
Lo que está en juego no es sólo el futuro de Barcelona como ciudad sino un modelo de país y, por ello, participamos de otras luchas del territorio como la campaña Stop Juegos Olímpicos Pirineo o la oposición a la ampliación del aeropuerto de Girona y su conexión con trenes de alta velocidad hasta el aeropuerto de El Prat.
Una cuestión de supervivencia
Cuanto más asfaltamos y destruimos el territorio, más difícil nos ponemos nuestra propia supervivencia. El puerto y el aeropuerto provocan una parte muy importante de la contaminación que sufrimos en Barcelona. Cuanto más se amplíen estas infraestructuras, más contaminación provocarán: contaminación atmosférica, lumínica, acústica, emisiones de partículas…
Nosotras queremos una ciudad más humana, a medida de las personas que viven en ella y no de los turistas. Debemos acabar con un modelo que contribuye al agotamiento de los recursos y que, además, genera puestos de trabajo precarios y provoca la expulsión del vecindario a través de la gentrificación.
Una ciudad basada sólo en el sector servicios y que ha olvidado la importancia del sector primario está abocada al fracaso. Nos hace falta una ciudad que no fomente la movilidad global y que tenga en cuenta la producción de proximidad.
El monstruo escondido
El Puerto de Barcelona es el gran monstruo escondido. Ahora mismo, tiene en marcha tres proyectos de ampliación de su actividad. De la nueva terminal de cruceros se habla un poco pero de las ampliaciones del muelle de carga y de la construcción de los nuevos accesos ferroviarios que afectan al cauce del río Llobregat nadie dice nada. Y eso que el proyecto ferroviario compromete directamente a la nueva zona de protección de aves que tiene pendiente de ejecutar la Generalitat…
Pérdida de soberanía
Por otra parte, hay que recordar que el delta del Llobregat es el segundo espacio húmedo en importancia de Cataluña y ya nos hemos cargado el 60%. Hablamos de uno de los terrenos más fértiles de Europa y uno de los más importantes en cuanto a biodiversidad. Ahora mismo, sólo quedan unas 4.000 hectáreas de terreno libre de cemento que, a más tardar, podrían alimentar a 40.000 personas. Antiguamente, entre el Delta del Llobregat, el Maresme y el Vallès se producía una gran cantidad de alimentos. Incluso se exportaban. Teníamos una gran capacidad de soberanía alimentaria. Hoy, esta capacidad es ínfima y nadie habla de cómo reforzar el sector primario.
El otro gran tema es la soberanía hídrica. Bajo el delta hay dos acuíferos. Lo superficial ya está más que machacado pero el acuífero inferior es una gran cantidad de reserva de agua que es estratégica en casos de sequía y que, si tenemos en cuenta lo que está pasando ahora mismo, vale más que cuidemos.