El Sindicato tiene como misión organizar las inquilinas y los inquilinos y defender el derecho a la vivienda, a un hogar y un alquiler digno caminando hacia el objetivo final: la desmercantilización de la vivienda.
El sindicato se presenta públicamente en el año 2017. El trabajo, sin embargo, había comenzado meses atrás a partir de un grupo de personas que, mayoritariamente, ya estaban vinculadas al movimiento en defensa del derecho a la vivienda. Lo que se consideró en aquel momento es que era necesaria una organización que pudiera aglutinar a las personas que viven de alquiler. La burbuja hipotecaria ya había estallado hacía rato y, lo que pasaba, y sigue pasando, es que se estaba definiendo una nueva centrada en el alquiler.
El proyecto nace en Barcelona, pero, desde el primer momento, ha buscado crecer en todo el territorio catalán. Para facilitar la replicabilidad se han elaborado guías que explican los principios básicos de la acción sindical, de la organización, de la comunicación, etc. Eso sí, no se trata de exportar un modelo o decir cómo se tienen que hacer las cosas porque entendemos que tiene que ser la gente que se mueve y que milita en cada territorio quien decida el momento y la forma de llevar esta lucha.
Si nos organizamos, tenemos más fuerza
El sindicato es una organización que quiere agrupar a todo el mundo que vive, o quiere vivir, de alquiler con el objetivo, por un lado, de hacer conocer y valer los derechos de las arrendatarias -y, por tanto, organizarnos colectivamente para tener más fuerza en la defensa de los casos, asesorarnos mutuamente y acompañarnos en procesos de negociación- y, por otro lado, aprovechar esta organización para tener un peso mayor y una voz propia que permite impulsar reformas en el ámbito legislativo como la Reforma de la LAU (que hizo que los contratos de alquiler fueran más largos) o la Regulación de los precios de alquiler, por poner sólo dos ejemplos.
Al fin y al cabo, tanto en el caso de la defensa de los casos concretos como en el caso de las iniciativas centradas en la comunicación o en la presión sobre las instituciones, la idea que hay detrás es que si nos organizamos, tenemos más fuerza. El hecho es que, al otro lado, el lobby inmobiliario y el rentismo hace mucho tiempo que está organizado y hace mucho tiempo que defiende corporativamente sus intereses, por lo tanto, era necesario que la gente inquilina también lo hiciera.
El alquiler no es, ahora mismo, una opción estable, digna y/o segura de tenencia de vivienda. Incluso las personas que tienen un alquiler y lo pueden pagar, no tienen ningún tipo de protección cuando se les acaba el contrato. Les pueden subir el alquiler sin ningún límite o expulsarlos porque quieren hacer alquiler turístico o de temporada. Tenemos que huir de la idea de que la vivienda es sólo un problema para las personas vulnerables. Con el alquiler, nadie está fuera de peligro porque, en el marco actual, el alquiler tiene esa inestabilidad intrínseca.
Las comisiones de trabajo
La estructura del sindicato responde al tipo de actividad que hacemos. Tenemos una comisión que se ocupa de toda la acción sindical. Esto supone, recibir en asamblea a las personas que vienen a explicar su caso y asesorarnos mutuamente con el conocimiento acumulado. No hay un experto que te asesora sino que es la gente que ha vivido situaciones parecidas y que tiene un conocimiento que sale de la misma experiencia, quien facilita este apoyo mutuo. La acción sindical incluye el seguimiento de todos los casos, el acompañamiento en negociaciones… Las negociaciones, en su mayoría, pasan de una manera bastante discreta pero hay casos que se encallan y que exigen, por ejemplo, acciones de denuncia pública o poner luz sobre prácticas concretas de algunos de los arrendadores. Todo esto es lo que se trabaja el grupo de acción sindical.
Después hay otra parte del trabajo centrado en la elaboración de contenidos, de programa y, también, de comunicación. Todo ello vinculado a la acción institucional, es decir, a la presión que hacemos hacia las administraciones para que hagan determinadas políticas o reformas. Es un equipo de personas que no sólo se encarga del programa del sindicato en materia de políticas de vivienda y de alquiler sino que también hace la interlocución directa con las administraciones y los poderes políticos para poder cambiar las reglas del juego.
Finalmente, tenemos la comisión de organización y extensión que se ocupa de que la maquinaria funcione y que el sindicato pueda seguir subsistiendo con absoluta independencia económica. El sindicato se sostiene a base de las cuotas de las afiliadas -el 90% de los ingresos-, del merchandising que se vende y del dinero que pueden salir de alguna actividad remunerada como determinadas charlas. La otra tarea de esta comisión es la extensión del proyecto, sea territorialmente por toda Cataluña o creando secciones que agrupan las arrendatarias afectadas por grandes propietarios (La Caixa, Cerberus….).
Un espacio feminista
Desde el principio el Sindicato ha tenido claro que quería ser un espacio feminista. Hay un Grupo de mujeres que trabaja el tema pero sin hacer recaer sólo en las mujeres la responsabilidad de construir una organización feminista. Se apostó por crear un espacio donde se pudieran encontrar las mujeres del sindicato y, desde este grupo, se han organizado, por ejemplo, formaciones en las plenarias o en la escuela de verano, y se han elaborado propuestas -en cuanto a contenidos o programa- con esta perspectiva. También hemos hecho un proceso interno para hablar, desde la perspectiva feminista, de la organización interna del sindicato: tenerlo presente en el funcionamiento cotidiano, revisar las dinámicas desde este punto de vista, etc.
En conjunto, el sindicato es muy paritario en su militancia y fuerza feminizado con respecto a la gente que se acerca a la asamblea con sus casos.
Cada dos meses hacemos una asamblea plenaria donde acostumbramos a combinar en el orden del día aquellos temas urgentes a resolver con debates de fondo que debemos tener y sobre los que va bien ir forjando un posicionamiento común. Esto permite que estas plenarias sean un espacio de elaboración y debate.
Aparte, todos los veranos hacemos una escuela de formación y marchamos juntas un fin de semana. Es un muy buen momento para que toda la gente se encuentre y -aparte de las formaciones que organizamos- hacer cohesión de grupo. En el Sindicato somos más de un centenar de personas las que participamos de manera activa y diaria. En el día a día, haces trabajo en tu comisión o en el grupo de trabajo pero no estás en contacto permanente con todo el mundo y, por ello, estos encuentros son muy útiles.
Después también hay un grupo de acogida a la nueva militancia que se ocupa de que cada uno pueda participar en la medida de lo posible y, al mismo tiempo, se sienta parte del colectivo. Procuramos tener la alerta puesta sobre que la gente esté bien en el Sindicato y que sea un espacio amable para militar.
Somos conscientes de que el grueso de personas militantes somos más blancas, con más estudios y una determinada posición social que la media de las personas que se acercan a la asamblea por su caso. Sí hay personas, dentro del colectivo, con origen migrante y con bagajes sociales, económicos y culturales diversos pero es evidente que podrían ser más. Somos conscientes de que esta, no es una circunstancia sólo del Sindicato sino que las vías de participación social y política tienen todos esos sesgos de clase y que debemos trabajarlos.
Acabar con la especulación
El problema principal es que las políticas que rigen la vivienda la entienden más como un bien de mercado que un derecho a ser garantizado y eso hace que, en el ámbito de ciudad, haya fondos de inversión, el lobby inmobiliario, el rentismo que considera Barcelona como una mina de donde extraer recursos, de donde extraer beneficios. El hecho de que no haya una regulación que proteja los derechos de la gente inquilina hace que, por ejemplo, cualquier mejora en los barrios -como pueden ser ahora las superestrellas o la pacificación de calles- puedan acabar siendo una amenaza para los vecinos. Porque, a raíz de estas mejoras, puede pasar que les quieran subir el alquiler o los quieran, directamente, expulsar para sacar más rendimiento. Nosotros no esperamos que esto se solucione por la buena voluntad de los fondos de inversión y los rentistas sino porque existan unas regulaciones que impidan que esto ocurra. Por lo tanto, para hacer una ciudad más vivible, necesitamos un parque público de vivienda de alquiler mucho mayor del que tenemos y necesitamos regulaciones que impidan la especulación.