Cúrcuma es una cooperativa de profesionales del ámbito psicosocioeducativo -con mirada transfeminista, comunitaria, interseccional y antirracista- que trabaja en la prevención de las violencias machistas y el acoso escolar.
Las violencias machistas nos tocan a todas a lo largo de toda nuestra vida. Pueden tomar formas diferentes pero, desgraciadamente, en todos los espacios que habitamos podemos recibir estas violencias.
Nosotras somos un proyecto feminista, es nuestro punto de partida y lo que nos da sentido. La nuestra es una tarea de ir tejiendo y generando alianzas para poner en el centro la mirada comunitaria feminista y restaurativa y transformar los espacios que forman parte de nuestra cotidianidad.
Queremos contribuir a cambiar el imaginario social desde el feminismo y la economía solidaria. Consideramos que el modelo cooperativista también es parte de esa mirada feminista que intentamos que tenga que ver con los servicios que ofrecemos pero también con las prácticas que tenemos dentro de nuestra entidad.
La interculturalidad es uno de los elementos que forma parte de las raíces del proyecto de Cúrcuma pero que, desde principios de 2019, hemos potenciado y revisado para conseguir que nuestro equipo sea más diverso. Nos dimos cuenta de que si queremos interpelar a toda la población de los territorios donde estamos trabajando necesitamos también incorporar nosotras esta diversidad.
En Cúrcuma, tenemos una filosofía creative-commons. Creemos que las experiencias que funcionan deben difundirse y compartirse. Eso también forma parte de la mirada feminista. Queríamos que todas las experiencias positivas se pudieran replicar en todas partes y, al mismo tiempo, amarnos nosotras de las miradas y proyectos de otras entidades.
Educación, formación y acompañamiento
Desde nuestra cooperativa, diseñamos y ofrecemos servicios educativos y de formación en la prevención de las violencias machistas y el acoso escolar. Hacemos coeducación desde guardería hasta secundaria y trabajamos con alumnado, profesorado y familias. A menudo desarrollamos nuestra labor a partir del teatro de las oprimidas, de los cuentos, del arte y de la creatividad entendidas como herramientas de transformación social. También hacemos formaciones sobre temas de feminismo, sexualidades, violencias machistas, LGTBI-fobia… Las hacemos tanto por entidades y organizaciones como por técnicos y técnicas de las administraciones públicas, sobre todo, municipales. Finalmente, tenemos el área de facilitación y acompañamiento de grupos que es la más pequeña en volumen de trabajo.
La importancia de los puntos lilas
Los puntos lilas generan un espacio de seguridad y acogida que hace que mucha gente acabe compartiendo sus experiencias. Su objetivo último es que la ciudadanía se sienta interpelada y se haga suya la responsabilidad comunitaria que tenemos de desmontar el patriarcado y los impactos que genera en la manera de habitar la ciudad.
Los puntos lilas nocturnos, ligados al ocio y la fiesta, son los más comunes pero desde ya hace tiempo trabajamos bastante los puntos diurnos y situados en espacios cotidianos. Esta modalidad nos sirve para llegar a mucha gente que no transita los espacios de ocio de los jóvenes como familias, niños o personas mayores. También, situándolos fuera del centro de las ciudades y llevándolos a los barrios, nos acercamos a grupos de población y a realidades más diversas donde antes no llegábamos.
Por ejemplo, la experiencia con mujeres adultas mayores -de ochenta y noventa años- es muy potente. Mujeres que nunca habían nombrado sus historias de vida lo hacen a pie de calle, colectivizando sus experiencias con las violencias machistas y haciendo visible su carácter sistémico y global. Esto, además, sucede dentro de un marco específico donde se les reconoce su capacidad de resiliencia y donde se quieren reivindicar las estrategias de resistencia que han ido tejiendo las mujeres a lo largo de la historia. Todo ello, desde la fuerza que tiene este trabajo intergeneracional y de apoyo mutuo, acaba convirtiéndose en un acto revolucionario.
Actualmente, hay mucha demanda de puntos lilas y eso provoca que entidades y empresas que no tienen nada de feminista entren en un tema que les interesa en la medida en que lo interpretan como nicho de mercado y una nueva vía de negocio. Es por ello que necesitamos más entidades feministas que se ocupen, sobre todo fuera del área metropolitana.