Las comunidades autofinanciadas (CAF) han demostrado que personas con escasos recursos pueden organizarse para financiarse y acceder a crédito sin ninguna ayuda externa. Para nosotros, la CAF Dones Penedès es un reto de múltiples aprendizajes: económicos, de gestión comunitaria, de asociación de mujeres y de nuevas iniciativas para la transformación social.
El proyecto de comunidad autofinanciada (CAF) de Vilafranca del Penedès comenzó en abril de 2011 al calibre de nuestra implicación en el Casal de las Mujeres del municipio. Al principio éramos cinco, luego llegamos a ser catorce pero, actualmente, el grupo lo conformamos ocho personas. Un rasgo que distingue a nuestra CAF es que la formamos sólo mujeres, la mayoría con mirada feminista, pero todas, claro está, con la experiencia económica-social de ser mujeres.
Lo que nos motivó a iniciar el proyecto era crear una comunidad formada por personas de diferentes orígenes (Cataluña, Marruecos, Colombia, Gambia…) y situaciones económicas diversas y que nos pudiéramos ayudar entre nosotras. La idea, pues, es dotarnos de una herramienta que permita ejercer la solidaridad económica entre mujeres que tanto pueden tener trabajos estables como precarios o encontrarse en situaciones de desempleo.
Un banco asambleario
El objetivo de la CAF es ahorrar y facilitarnos microcréditos entre nosotros. Es un pequeño banco regido por unos estatutos que se deciden de manera asamblearia. El grupo establece cuáles son los plazos, las cuotas de devolución del préstamo, si se cobran intereses, si hay penalizaciones, el importe máximo de los créditos… En nuestra CAF, por ejemplo, los créditos se avalan solidariamente entre todas las personas que forman parte del grupo. Por otra parte, los intereses que generan los créditos los guardamos en una caja propia y sirven para atender urgencias y para hacer aportaciones a otros proyectos que, entre todas, decidimos que son interesantes.
Cada mes aportamos una cuota que es voluntaria. Si puedes la pones y si no te va bien, no. Después, las personas que participan pueden pedir créditos por un importe máximo de cuatro veces el total de sus aportaciones al capital de la comunidad.
Historia y funcionamiento
Para empezar tuvimos el apoyo de los compañeros que, en el año 2004, habían creado la Asociación de Comunidades Auto Financieras (ACAF) para promover la creación de comunidades autofinanciadas en Cataluña y el resto del mundo. Durante la última década hemos gestionado una veintena de créditos. La tendencia predominante ha sido pedir pequeño crédito de fácil retorno. Las cuantías siempre están relacionadas con las necesidades de cada una (gastos médicos, domésticos, personales, de ocio, celebraciones…). El porqué del crédito no es necesario expresarlo al grupo.
Para organizar toda esta dinámica utilizamos los estatutos que hemos ido definiendo y actualizando democráticamente por consenso desde el inicio. Hacemos una reunión mensual que empieza con un recuento del saldo disponible, las aportaciones de capital, el pago de las cuotas de créditos existentes o la solicitud de créditos nuevos. Aplicamos la metodología desarrollada por la ACAF -que bebe de las múltiples experiencias en microcréditos desarrolladas en todo el mundo- y, por la gestión, usamos Winkomun, una plataforma en línea libre que nos facilita mucho el trabajo.
Más allá del dinero
Aprender en grupo, esquivar los obstáculos y decidir entre todas forman parte esencial del trabajo comunitario que realiza la CAF. Gestionar temas de dinero es también gestionar la confianza como grupo y las necesidades y emociones de las personas que los necesitan. Otras consideraciones fundamentales en la gestión del proyecto son el respeto y la suma de los diferentes compromisos. Por otro lado, sentimos que el grupo es más que una fórmula económica para gestionar ahorros y microcréditos.
Nuestra trayectoria como grupo financiero ha ido oscilando lentamente, primero hacia el crecimiento y la consolidación y últimamente hacia el decrecimiento y el estancamiento. En los últimos años, por diferentes motivos personales y laborales, la asistencia y participación en las reuniones disminuyó un poco pero el problema mayor lo hemos tenido después de la parada que supuso la pandemia. En un futuro inmediato, habrá que ver si el grupo consigue avanzar o tendremos que replantearnos el proyecto. Un proyecto, eso sí, que consideramos que todavía tiene todo el sentido.